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ausencia, cementerio de la Loma, dolor, iglesia del Temple, Londres, papá, partida
Mi papá se fue el 21 de octubre a las 5 y media de la madrugada. Su partida, aunque inesperada, no puede decirse que fuera imprevista: todos los seres tenemos fecha de vencimiento aunque resistamos imaginar el momento en que la muerte nos hará sentir su dolorosa y desoladora estocada. El horario también es relativo porque Argentina difiere en cuatro horas de Inglaterra: para mí, entonces, las 9 y media fue la hora en que mi corazón se asfixió ante la noticia.
Autoritario, irónico, austero, mi papá era reacio a demostrar afecto y poco dado a exteriorizar emociones. Había sido criado con los estrictos y absurdos postulados del patriarcado: los hombres no lloran, los sentimientos no se expresan. Con los años la resistencia a su manera de ser se fue modificando, hasta que la comprensión conquistó a la inflexibilidad y aprendí a comunicarme con él desde otra parte, aquella donde sólo importa el lazo amoroso y eterno que el Universo predeterminó para ambos.
Durante mucho tiempo compartió tardes enteras de café y charla, siempre en el mismo bar del centro de la ciudad, con quienes fueron sus amigos incondicionales. En los últimos años ya no hubo encuentros ni tertulias porque de a uno fueron partiendo: mi papá fue el último en ir a reencontrarse con ellos y se habrán puesto al día acerca de los últimos acontecimientos, con la complicidad propia de tantas experiencias conjuntas.
Sostenida sobre todo por el amor descomunal de su nieto, mi mamá va transitando la pérdida acompañada por sus hijas y rodeada por el afecto de tantas personas que la acompañan en presencia o en palabra; por suerte o por destino, los trámites inhumanos que toda muerte requiere casi no han demandado su presencia, circunstancia que merece un agradecimiento más allá de la situación en sí.
Mientras tanto, la certeza irreversible de la ausencia se va abriendo paso a cada instante desde el momento en que la noticia de su internación sacudió los cimientos de mi existencia. Una tristeza permanente, una opresión en el chakra cardíaco que cede temporariamente cuando se abre paso al desahogo de las lágrimas, no logran sin embargo quitarme la sonrisa cuando recuerdo alguna de sus expresiones características.
Y, una vez más, no puedo dejar de agradecer haber procurado limar toda aspereza mientras él estaba presente en cuerpo físico. Mi papá se fue cuando nuestra relación ya hacía tiempo que había transmutado su temor y mi intransigencia en complicidad y ternura: nos queríamos sin condicionamientos, nos vinculábamos desde el alma.
Otro abrazo, papá, hasta que volvamos a encontrarnos.
Cuando los Caballeros Templarios se establecieron en Inglaterra allá por el siglo XI, se reunían en el espacio que había establecido Hughes de Payens en la vieja sede de un templo romano. El rápido crecimiento del número de adeptos tornó necesaria la búsqueda de una estructura acorde que fue erigida en el siglo XII, actualmente sede de dos asociaciones de abogados o Inns of Court que remontan a aquella orden de caballería: Middle Temple e Inner Temple.
La iglesia que se encuentra en el predio fue construída a fines del siglo XII en forma circular a imagen y semejanza del Templo de Salomón y contiene en su interior efigies de mármol de antiguos caballeros, bañadas por la luz que se expande a través de los vitrales. Es un espacio calmo y austero, donde los pasos resuenan sobre el piso de piedra a medida que se avanza entre los Templarios tumbados en el suelo y pertrechados con sus armas, revelando su carácter simbólico de protectores de los viajeros.
Mi papá era un admirador de las órdenes de caballería. Extranjera en tierra extraña, desde la iglesia del Temple y mientras la piel se me deshacía en llanto acompañé el tránsito de su alma por el mundo entre los mundos. Y también le pedí que me ayudara en una empresa que hasta ese momento parecía imposible: conseguir un pasaje ese mismo día que me depositara en Argentina a tiempo para acompañar a mi familia y cumplir la voluntad que él había expresado.
Unas horas más tarde me encontraba en Heathrow subiendo las escaleras hacia la puerta de embarque para abordar un avión atestado de personas, ante la mirada de Juan que pudo retornar al país recién dos días después, como estaba previsto; en Buenos Aires me esperó Germán con inolvidable generosidad para que transcurrieran lo antes posible los 400 kilómetros que aún me separaban de la ciudad. Así mi papá hizo posible lo imposible desde la iglesia del Temple, cuando las circunstancias tornaban absurda toda esperanza al respecto.
Cuando la ciudad era una villa balnearia para familias tradicionales que iba creciendo al ritmo de los veraneantes, la inmigración italiana y española comenzó a afincarse en busca de nuevos horizontes. El crecimiento de la población estable determinó nuevos emplazamientos, entre ellos el de un cementerio que fue erigido en la denominada Loma, cuyo impresionante pórtico de estilo neoclásico italiano cuenta con una escultura del escultor Rafael Radogna.
La historia de la ciudad se desprende de las construcciones que se erigen en este cementerio, cuyas tumbas, bóvedas y panteones de diversos estilos se emplazan a derecha e izquierda del sendero arbolado que enmarca su extensión. Entre los diversos túmulos funerarios sobresale una tumba pétrea al ras de la tierra bordeada por flores talladas que se asemejan al lirio, desde la que se erige una cruz con la que conforma una sola y extraña escultura.
El hombre que se encuentra allí falleció sin descendencia en el año 1928; parece que sus amigos se encargaron a conciencia de su descanso, porque adquirieron en su nombre la parcela a perpetuidad. Era el tío abuelo de mi papá, quien no llegó a conocerlo pero tenía noticias de su existencia no sólo por referencias familiares, sino también a través de personas desconocidas que lo contactaron para referirle que cualquier petición que se formulara frente a su tumba era cumplida por su intercesión: a partir de allí, en la familia lo denominamos “el pariente milagroso”.
Mi papá quería que sus cenizas sobrevolaran la tumba de su predecesor, voluntad que fue respetada a rajatabla. Como en otras oportunidades que visitamos el lugar, flores secas de algún desconocido se encontraban sobre la lápida como muestra de agradecimiento por alguna petición debidamente cumplimentada. Allí se encuentran ahora ambos; como su ancestro, mi papá escuchó la oración de su hija y me condujo a través del océano para acompañarlo.
Bell@espiritu. como bien dices, aunque conocidas e inevitables, estas partidas no dejan de ser dolorosas. El tiempo siempre ayuda, luego de pasados estos primeros momentos se recuerda a ese ser querido con más afecto, algo de nostalgia y por qué no alegría; así en mi caso también y a pesar del tiempo puedo revivir aquellos que parecen tan lejanos. Un abrazo enorme y esta entrada tuya ha transformado en poesía momentos tristes. Un enorme abrazo
Gracias por tu visita, Jo. Supongo que así será; mientras tanto, la desolación es enorme. Gracias también por la compañía en estos momentos.
Un abrazo enorme para ambos.
Si bien apenas habíamos cruzado algunas palabras en tu festejo de cumpleaños hace unos años atrás, le tenía a Hugo un gran afecto, como si lo conociera desde siempre… aliado de Julio en sus dolencias, siempre me hacían reír sus afilados comentarios! Lógicamente, se agarraría la cabeza si me escuchara dedicarle algunos mantras, pero es mi manera de acompañar su alma. Que el lazo de amor que los une sea un refugio para disipar la tristeza. Un abrazo enorme para toda la familia!
Gracias por tu visita, Vero. Sí, Julio y Hugo eran genio y figura, como concluímos en varias ocasiones. Y respecto de los mantras, él se hubiera mordido el labio y puesto los ojos en blanco, pero también habría apreciado tu gesto.
Un abrazo y gracias por tus palabras.
Lamento mucho tu pérdida, sé lo que es eso, sé lo que se siente, pero el tiempo es el mejor remedio para el alma y transforma nuestro cerebro en un órgano selectivo que nos permite evocar aquellos momentos felices y pasar al olvido los desagradables. Poco a poco nos vamos encontrando todos, y el amor que sentimos nunca desaparece. Eres muy animosa y sé que te repondrás.un abrazo
Gracias por tu visita, Guayanesa, y por tus palabras. Por ahora voy pasando días y horas, con más o menos ánimo; como dijo el poeta, “…voy de mi corazón a mis asuntos…”
Un abrazo para ti también.
Siento mucho tu pérdida, son momentos muy tristes … te envío mis mejores deseos “bellaespíritu”
Gracias por tu visita, Belén, y por tus buenos deseos. Es ley de vida, pero es muy difícil atravesarlo.
Un cariño para ti desde Argentina,
Bella, un abrazo desde el alma, que el tiempo se lleve el dolor por la partida de tu papá y te deje los bellos recuerdos y ese amor que perdura por siempre.
Gracias por tu visita, Karol. El tiempo es un paliativo del dolor y la herida irá cicatrizando, pero no desaparecerá. Es así y hay que aceptarlo, será una presencia ausente en este plano físico 😦
Un abrazo para ti desde Argentina.
Siento mucho el fallecimiento de tu padre Bella, siempre es doloroso dejar marchar a un familiar y mas cuando es alguien tan querido. Besos.
Gracias por tu visita, Anton. Mi papá se fue con las facultades mentales intactas y de la forma que había elegido: sin dolor. A los que quedamos sólo nos queda trascender su ausencia y recordarlo con alegría, aunque sea tan difícil despegarse de la tristeza.
Un cariño enorme y gracias por tus palabras.
Querida Bell@, no tuve el gusto de conocer a Hugo, pero las charlas y múltiples anécdotas que hemos compartido sobre nuestros respectivos padres me lo han pintado de cuerpo entero. Lamento profundamente tu pérdida, y tal como dices, el dolor se disipa, la herida cicatriza pero la ausencia estará allí por siempre. Te quedan los muy buenos momentos compartidos, la certeza que vivió en este plano una vida plena y que dejó el mejor legado que un hombre puede transmitir: una familia unida con lazos fuertes y duraderos…Ello quedó demostrado una vez más al momento de su partida, que los encontró sólidos, juntos y acompañandose mutuamente. Por ello también te ayudo a llegar a su despedida. Admiro la bella familia que ha construido, mis respetos a Hugo y que su viaje siga siendo placentero.
Gracias por tu visita, Kari. Los recuerdos están ahí, más presentes que nunca. Ahora que han pasado algunos días, siento que Hugo está bien y nos cuida desde otro plano con una certeza difícil de definir. Más allá de la ausencia física, vive con nosotros cotidianamente.
Un cariño y gracias por tus palabras para él.
Un abrazo muy fuerte y cariñoso para ti, Bella. Es muy bonito lo que le has escrito a tu padre. Se hace muy raro el mundo cuando desaparece alguien querido y tan cercano como un padre. Raro y doloroso. El dolor se va rebajando con el tiempo pero él siempre seguirá contigo como una compañía entrañable y silenciosa.
Gracias por tu visita, Eva. Supongo que así será, la verdad es que tengo momentos en los que me desprendo del dolor porque sé que está bien, pero en otras ocasiones siento que no puedo con ésto…
Muchas gracias de nuevo por tus palabras y otro abrazo allende el Atlántico.
Pasé lo mismo hace unos años. Mucho, mucho ánimo y un beso grande.
Bella, te mando un abrazo enorme a través del océano. Es precioso el homenaje que le rindes a tu padre aquí. Siento mucho tu pérdida, sé lo duro que es perder a un familiar. El tiempo ayudará a sobrellevar su ausencia. Mucho ánimo.
Gracias por tu visita, Pannonique. Es una etapa muy dura pero hay que pasarla, el Universo es sabio y era su momento de partir, entero y sin dolor. Gracias por tus palabras y un abrazo también para ti desde Argentina.
Te mando un abrazo, muy sabias y conmovedoras tus palabras. Que tengas buena semana
Gracias por tu visita, Estelita. Otro abrazo y buena semana para ti también 🙂
No existen edades para llorar la despedida de cuantos amamos, pero en el caso de nuestros padres, por mayores que sean, cuando fallecen se va con cada uno de ellos, un pedazo del cordón umbilical que nos desgarra.
Siento de veras la situación por la que estas pasando tú y tu familia; recibe mi pésame y un fuerte abrazo.
Gracias por tu visita, Isabel. A medida que pasan los días cede la desolación y permanece la tristeza. No obstante, agradezco haber podido estar aquí a tiempo para despedirlo junto a mi familia. Muchas gracias por tus palabras y otro abrazo desde Argentina.
Siento leer una entrada así, de verdad siento mucho tu pérdida, es inevitable no sufrir en momentos así, tan tristes y dolorosos. Te deseo lo mejor, muchos ánimos y fuerzas.
Saludos.
Gracias por tu visita, Una chica trotamundos. Es una pérdida irremediable y hay que procesar el duelo poco a poco, no hay otra manera. Muchas gracias por tus palabras, te mando un saludo cariñoso desde Argentina.
Reblogueó esto en ' Ace Friends News 'y comentado:
Nice post as always .. Ian 😀
Gracias por tu visita y por rebloguear, Ian 🙂
Welcome as always … Ian 😀
Lo lamento mucho, Bellaespiritu. Que emotivas tus palabras para recordar a tu papa, que llenas de afecto. El mio todavia vive, no quiero ni imaginarme el momento de su partida.
Gracias por tu visita, Hernán. No estamos preparados para ese momento, aunque seamos capaces de conversar al respecto mientras hay vida. A medida que pasan los días el recuerdo se afianza y la tristeza es menos densa, pero dudo mucho que la herida sane alguna vez.
Un cariño para ti desde Argentina.
Paz Profunda entonces para ti! Tu padre debe sentirse orgulloso de su hija contando a sus conteertulios en algún rincón de alguna galaxia…
Gracias por tu visita, Vatelechuza. Ahora que han pasado algunos días sin su presencia, la tristeza es menos visceral y más serena. He encontrado en la meditación y el recuerdo permanente algo de esta Paz Profunda que generosamente me transmites.
Un carilño para ti desde Argentina.